El fútbol femenino de Estudiantes no atraviesa su mejor momento desde la mudanza al Country Club. Decisiones dirigenciales afectaron notablemente en el rendimiento del equipo en la Primera División y la escuela aún no abrió sus puertas en lo que va del 2016 dejando a muchas chicas sin la práctica de fútbol. 

PH: Joaquín Latreite
Estudiantes lleva 19 años ininterrumpidos como integrante del fútbol femenino en AFA. Y hoy es el único club de la ciudad con presente en la Primera División. A lo largo de los años, la lucha por la identidad y el respecto, ha sido constante.

La disciplina siempre tuvo contratiempos y pese a ello, logró muy buenos resultados en lo deportivo (subcampeonato 2012) y pudo codearse con los clubes grandes que lo multiplican en presupuesto. Cuando la justicia deportiva comenzó a asomar, los problemas volvieron a tomar protagonismo. En diciembre de 2015, el fútbol femenino abandonó la cancha auxiliar de 1 y 55, y se anunció la noticia de la mudanza "forzada y lógica", a City Bell debido a las obras del Estadio. Era momento de ocupar un lugar que casi siempre le fue negado.

Era momento para que la disciplina se sume a la vidriera que es el Country Club, donde deportes como el hockey, handball, básquet, entre otros, ya tienen su lugar. Ideal para que el hincha pueda observar a las futbolistas y para que el deporte continué creciendo en instalaciones de primer nivel. Pero tras seis meses, todo parece ser una mera ilusión. Aparecieron más complicaciones que soluciones. 

Desde febrero, el plantel de Primera nunca pudo entrenar con normalidad por falta disponibilidad de las instalaciones en City Bell. Las explicaciones dirigenciales dan cuenta que son casi inaccesibles para el fútbol femenino, amén de que en ella, el pincha hace de local. El clima afectó el estado de las canchas del predio y el equipo se vio impedido de entrenar los días previos a varios partidos. Los argumentos para la negativa consistieron en "el cuidado" de las canchas. 

Pero dos meses sin entrenar en el Predio Mariano Mangano, influye negativamente en el rendimiento deportivo. Ante la falta de respuestas, el plantel debió optar por cualquier espacio público para entrenarse, pasando por la glorieta del Paseo del Bosque, la Circunvalación donde muchos jóvenes realizan deportes. Incluso, recurrió al alquiler de canchas privadas para entrenar y el dinero salió del bolsillo de las jugadoras y del cuerpo técnico.

Esta situación no  hace más que darle ventaja deportiva a los rivales de turno, al llegar al encuentro con muy poco entrenamiento. Y ni que hablar cuando se enfrentan a los grandes como Boca o la UAI Urquiza, que desde el vamos, gozan de un presupuesto altísimo y de instalaciones magnificas. Lo ocurrido ante la UBA (Fecha 9), no hizo más que generar más disgusto a la disciplina. La cancha número 6 fue usada por el fútbol de inferiores y estaba en pésimas condiciones,  poniendo en peligro la salud de las futbolistas. 
PH: Joaquín Latreite

En los seis meses que lleva el año, los hechos insólitos ocurridos son dignos de una película de terror. Desde intentar posponer un partido (vs. Independiente) para preservar la cancha, finalmente se jugó por la presión impuesta por AFA. Pasando por el retiro de una ambulancia, durante un encuentro y que obligó a la suspensión. Concluyendo con vestuarios que no tienen luz y en varias ocasiones sin acceso de agua.

La problemática no se cierra acá. Que será del futuro de la escuela de fútbol femenino ya es una utopía. El proyecto armado hace dos años con el objetivo de formar jugadoras, en lo que va del 2016 no ha podido dar el puntapié inicial y aguarda por un milagro institucional. La respuesta para esto es simple: no hay un lugar físico disponible.

Hoy es una realidad que los resultados no están acompañando al plantel. La constancia y las ganas de revertir el presente en un grupo de jugadoras están latentes y no se negocia con nadie. Un compromiso que pelea ante el destrato, la falta de acompañamiento y la carencia de seriedad por parte de la dirigencia del club. Las leonas, en total soledad, han tenido que dar la cara en las once fechas que lleva disputado el campeonato: tres triunfos, un empate y siete derrotas. 

Con todos estos problemas en las espaldas, Estudiantes recorrerá el próximo fin de semana los 250 km que separan La Plata de la ciudad de Campana con la misión de torcer este rumbo. En julio se termina el torneo y será el momento de hacer el balance general. En este camino está más que claro que la disciplina está a la deriva. Los dirigentes no dan señales alentadoras, hasta el momento solo han manchado la pelota. 

Joaquín Latreite

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