El Rojo de Bragado, nació por iniciativa de un grupo de amigos, que además de despuntar el vicio futbolero en la liga universitaria, colaboran con el fútbol femenino pincha en los entrenamientos. En la voz de dos de los protagonistas te contamos esta experiencia compartida en la cancha de 1 y 55

Maximiliano Perez y Nicolás Rapallini, no son dos simples nombres, son las caras visibles de un equipo que comparte la amistad, el compañerismo y además viernes de por medio colaboran con el plantel dirigido por Bettina Stagñares en el aspecto futbolistico. 

“Para nosotros es muy importante esta clase de partidos porque participamos en una liga universitaria. Nosotros jugamos los domingos y esta es una posibilidad que tenemos para movernos, conocernos, armar grupo y tener contacto con la pelota”, comentó Maximiliano Perez, uno de los jugadores de más experiencia en los entrenamientos.

Por su parte, Nicolás Rapallini resumió el principal objetivo que tiene ellos y como son sus aportes para el plantel femenino. “El vínculo es importante ya que a las mujeres les sirve el contacto con un equipo de varones y al ser otro juego cambia la manera de jugar”.

Durante los partidos los ritmos van mutando en múltiples facetas y aprendizajes de los dos lados. Al tener un carácter de colaboración, varios de los integrantes consideran muy importancia sus aportes con las leonas: “La experiencia esta buena porque ellas se acostumbran a agarrar un ritmo para jugar contra nosotros que les puede significar una diferencia al momento de jugar”, afirmó Nicolás.

El Rojo de Bragado y Estudiantes de La Plata, tuvieron un factor común que los llevó a generar esta relación deportiva y futbolística. Sandra Arce, coordinadora de la escuelita, fue la encargada de gestionar los primeros amistosos en la cancha de 1 y 55. “Sandra me comentó que le servía jugar con varones por el tema del roce y del físico. Aproveche la oportunidad para contarle que tenía un equipo de fútbol y desde que empezamos lo tomamos con un entrenamiento”. Manifestó Maximiliano Perez.

Para el elenco bragadense, las sensaciones encontradas van más allá de una cuestión de género y día tras día se van sorprendiendo. Maximiliano explicó: “Cuando vinimos y jugamos el primer partido vimos que no era tan sencillo como pensábamos, era mucho más parejo, las chicas jugaban muy bien y nos tuvimos que adaptar”

Por su parte, Nicolás Rapallini aportó su mirada sobre la experiencia de jugar contra un equipo de mujeres: “La experiencia es rara, uno no está acostumbrado a ver mujeres jugando al fútbol que encima te pisan la pelota, que tienen calidad para jugar y en mi caso jugas con miedo porque no sabes cómo van a reaccionar. Capaz que la vas a marcar y te dejan pagando, o te tiran un caño”.

Está más que claro que en esta relación futbolística los dos dependen mutuamente para crecer y aprender. En un periodo donde la mujer gana terreno en el ámbito del fútbol, que mejor manera de hacerlo de la mano de los hombres, mostrando que las diferencias están más relacionadas con cuestiones de poder. Estudiantes y el Rojo de Bragado son la clara muestra de que llegó el momento de dejar  los prejuicios de lado. 
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