Estudiantes tuvo un año
de gran rendimiento deportivo pese a algunos altibajos. Nelson Vivas logró una
identidad. Que el árbol del final no tape el bosque.
PH: Nicolás Braicovich |
Que el árbol no tape el bosque es una buena manera de definir
el año de Estudiantes de La Plata. Los dirigidos por Nelson Vivas tuvieron un
año excelente en el ámbito local, aunque las eliminaciones de Copa Argentina y
Sudamericana golpearon las aspiraciones del plantel. El León solo perdió cinco
partidos en la temporada.
Nelson Vivas llegaba a dirigir el equipo tras un muy buen año
comandando los hilos de la Reserva, la salida de Gabriel Milito lo colocaba a
él como líder del primer equipo. Grandes aciertos trajo la llegada de Vivas, se
consolidó la figura de Santiago Ascacibar y Lucas Rodríguez en Primera, juveniles
valores del club que le dieron satisfacciones a la institución y provocarán
grandes ventas.
Añadiendo a esto también la puntillosa y buena mirada en el
mercado de pases, fueron prácticamente todos aciertos. Lucas Viatri, Facundo
Sánchez, Augusto Solari, Juan Cavallaro, González Pirez, la continuidad de
Mariano Andújar, todo esto ayudo a consolidar un equipo, el cual se acoplaron a
una base ya conocida. Jonathan Schunke, Leandro Desábato, Israel Damonte,
Gastón Fernández, Carlos Auzqui.
Se armó una alineación titular que con el correr de los
partidos tras un arranque irregular se logró consolidar. Fue fundamental el
buen rendimiento de la Gata Fernández, la conexión que lograron Sánchez y
Solari, un tándem que rompió el sector derecho en todo el primer semestre, la
solidez del doble cinco Damonte – Ascacibar, y la seguridad del fondo con
Schunke, Desábato y Diarte.
La primera parte del año lo tuvo a Estudiantes como
protagonista, consiguiendo muchos puntos y siendo el escolta del contundente
campeón Lanús. La frutilla del postre se dio en Córdoba, cuando el Pincha
venció 1-0 a Godoy Cruz con un golazo de Juani Cavallaro.
Tras un lapso prologando sin fútbol a fines de agosto
Estudiantes volvió a la actividad, en esta última parte del año el Pincha tenía
el nuevo torneo local, la Copa Argentina y la Copa Sudamericana, estos dos
aparecían como grandes acontecimientos, en la previa tenían más fichas de interés
depositadas.
La llegada de Rodrigo Braña, Javier Toledo, Jeisson Vargas, Ignacio
Bailone, la vuelta de Matías Aguirregaray y Gabriel Graciani, todo esto le daba
a Vivas algo de recambio, el cual no tenía en la primera parte del año donde lo
sufrió en varios pasajes, pese a la buena campaña obtenida.
La eliminación por penales ante Unión en Sarandí por la Copa
Argentina trajo consigo un duro golpe, nadie esperaba caer ante un rival tan
menor en octavos de final de esta copa. Como también la despedida de la
Sudamericana tras caer con Belgrano por 2-0 en Córdoba, un adversario muy
inferior al cual Estudiantes no pudo vencer.
Estas dos salidas abruptas de las copas patearon el tablero
del equipo, el cual se logró reponer sin grandes actuaciones pero si con
efectividad. 11 partidos pasaron para que el León conozca la derrota, fue ante
Banfield en condición de visitante, tras ello el equipo no se pudo reponer y
solo sumó un punto de los nueve que quedaban en disputa.
El cierre de año opaco no debe dañar un año que fue muy bueno
en varios sentidos. El mercado de pases es tirano y solo le permitirá a
Estudiantes sumar tres refuerzos de los cuales ya tiene dos, Sebastían
Dubarbier y Sebastían Verón, este último tamaño nombre de jerarquía para un
2017 plagado de competencias.