Desde el 1 de septiembre, el histórico gimnasio de la sede social pasó a ser un local más de la cadena SportClub tras el convenio para financiar la remodelación del estadio. El Pedro Osácar, escenario de vueltas olímpicas, cuna de grandes deportistas, amistades y sueños de gloria pincharrata, dejó de existir para siempre.


Triste y silencio adiós a una parte de la historia de Estudiantes: mientras todo gira en torno a la remodelación del Estadio y a un año con muchos altibajos en el fútbol profesional. El gimnasio Pedro Osácar dejó de existir y sólo perdurará en el recuerdo de aquellos que saben de lo que esta nota intenta hacer referencia.

En el último verano, con varios deportes amateurs a la deriva, el Pedro Osácar de la Sede Social cerró sus puertas para darle lugar a la construcción de un gimnasio de la Cadena Sport Club, como parte del convenio por el Estadio José Luis Hirschi. Era cuestión de tiempo tras su aprobación en una de las Asambleas más importantes de la últimos años.

Detrás de este escenario, hay una rica historia para rememorar: la sede de calle 53 fue adquirida por el Club en 1940 bajo la presidencia de Pedro Osácar ante la necesidad de expandirse a otras disciplinas, siguiendo con su rol social de contención. Es por ello, que el gimnasio llevó el nombre del principal impulsor del crecimiento de los deportes amateurs. Para entonces, Estudiantes era conocido por su fútbol, aunque con los años, el básquet tomaría trascendencia por cortar con la hegemonía de los grandes entre los años 40 y 50.

Foto: Sport Club
La temporada 2016 no albergó tantos partidos oficiales, disfrazada de una lenta despedida, sólo se disputaron encuentros del básquet local y algunos de vóley, incluyendo categorías formativas y lo más importante: los entrenamientos diarios. El último partido oficial fue el 27 de octubre, cuando el Pincha recibió a Atenas por el Torneo APB.

Es inevitable no mencionar logros deportivos como los obtenidos en las últimas décadas: el ascenso a la Liga B (Torneo Federal de Básquet) en 2011, o los de vóley a la División de Honor en 2010 y 2012; esta disciplina surgió en los 70` y reapareció en los 90' con ambas ramas. Sin embargo, el Osácar fue mucho más que la "localía" para estas disciplinas o el punto de encuentro para los socios en las Asambleas: se trató de un hogar para los deportistas.

Muchos dieron sus primeros pasos en inferiores y cumplieron el sueño de llegar a las mayores, otros llegaron pero el sentido de pertenencia fue tan fuerte, que tras sus salidas dejaron un gran reconocimiento y respeto por sus pares y rivales. Era común ver a los jóvenes desde muy temprano, almorzando o merendando a la espera de un entrenamiento o padres acompañando a sus hijos más pequeños.

Detrás de los triunfos, derrotas, vueltas olímpicas y ascensos, durante esos 60 años también surgieron relaciones de compañerismo, muchas de las cuáles terminaron en  grandes amistades, noviazgos y un sinfín de anécdotas que al recordarlas, seguramente provocarán sonrisas.
  
Los ánimos se convulsionaron casi a finales del 2016, cuando los deportes que albergaba el Osácar, recibieron la noticia de que pronto quedarían sin resguardo. Para entonces, las goteras eran el menor de los problemas: el gimnasio de pesas fue el primero en desaparecer, luego, los aros de básquet. Los equipos de vóley compartieron dicho escenario para sus últimos entrenamientos hasta que el gimnasio cerró sus puertas para siempre.

Se comenta que el próximo año, construirán un nuevo gimnasio en el estadio de 1 y 57: seguramente sea más moderno que su antecesor, pero hay algo de lo que siempre se remarcó desde este medio: las "formas" en que se llevan a cabo las decisiones en el Club, incluso, a la hora de dar vuelta la página en algo como es el patrimonio histórico de todos: deportistas, dirigentes, socios y no socios, o acaso ¿Estudiantes no es una familia?.

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